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"No te empeñes en curar tu enfermedad; tu enfermedad viene a curarte" Carl Jung

SANIDAD Y CONTAMINACION

SALUD
La sanidad genera el 4,4% de las emisiones y sería el quinto ‘país’ más contaminante
La sanidad contamina casi tanto como cura
El sector salud es el responsable del 4,4% de la huella climática global; si fuera un país, sería el quinto más contaminante del mundo. Iniciativas como Hospitales Verdes o Sigre están permitiendo reducir el impacto, pero todavía queda mucho por hacer.
Laura Gutiérrez Ibañes/Rosalía Sierra
14 octubre, 2019

Una operación de cataratas sencilla y sin complicaciones genera 2 kilos completos de residuos, 1,3 de ellos en plásticos. Y en el mundo se realizan 22 millones de operaciones de cataratas al año. Multiplicar las cifras de actividad del sector sanitario por su impacto medioambiental da vértigo. La sanidad cura, pero también contamina.
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Transporte de pacientes y mercancías, refrigeración de hospitales, gases anestésicos, producción y distribución de medicamentos y alimentos, plásticos para productos sanitarios de un único uso, producción de alta tecnología… Esta larga lista ha convertido al sector salud en uno de los principales responsables de la crisis climática. Si en lugar de un sector la sanidad fuese un país sería el quinto mayor contaminante del mundo, por detrás solo de China, Estados Unidos, India y Rusia pero por delante de grandes emisores como Japón o Brasil.

La sanidad es responsable del 4,4% de las emisiones mundiales y su huella climática equivale a los gases de efectos invernadero de 514 centrales eléctricas de carbón, según el informe Huella Climática del Sector de la Salud que acaba de publicar Salud sin Daño, profundizando en la alerta sobre el impacto climático de la sanidad que ya hiciera esta entidad junto al Banco Mundial hace dos años.

El sector salud genera una contaminación en España equivalente a 3,6 millones de vehículos de pasajeros circulando durante un año completo

La paradoja de una sanidad que cura y que, a la vez, contamina, es en realidad una pescadilla que se muerde la cola: el cambio climático arrastrará en 2030 a 100 millones de personas a la pobreza y con ello a problemas de salud; tratar de curarles agravará el cambio climático. La cuestión no es baladí si se tiene en cuenta que la contaminación mata prematuramente a más de 7 millones de personas al año, el doble que la malaria, el sida o la tuberculosis juntos.

La mayor parte de estas emisiones del sector salud (71%) proceden de la cadena de suministro, transporte y disposición de bienes como productos farmacéuticos, alimentos, dispositivos médicos, equipos hospitalarios e instrumental, seguidos de las emisiones de los propios establecimientos de salud (17%) y de las de fuentes de energía comprada como electricidad, vapor, refrigeración o calefacción (12% del total).

En el caso de España, el nuevo estudio de Salud sin Daño estima que la sanidad representa el 4,5% de las emisiones totales del país, una cifra ligeramente por debajo de la del conjunto de la Unión Europea (4,7%) y a mucha distancia de Estados Unidos, donde la sanidad genera el 7,6% de toda la huella climática del país.
Como 4 centrales eléctricas

En concreto, la contaminación provocada por el sector salud en España equivaldría a las emisiones de 4 centrales eléctricas de carbón en un año, 225.048 camiones cisterna de gasolina o 3,6 millones de vehículos de pasajeros circulando durante un año.

Pese a la magnitud de las cifras, gestores sanitarios, empresas y distribuidores han empezado ya a hacer esfuerzos para tratar de reducir este impacto climático del sector sanitario.

Desde el ámbito farmacéutico, la iniciativa con más trayectoria e impacto ha sido Sigre, el sistema para reciclaje de medicamentos. Su director general, Juan Carlos Mampaso, explica que surgió con financiación de la industria farmacéutica en 2001 al calor de las directivas europeas que obligaban a los fabricantes a hacerse cargo de los envases de sus productos, “aunque en nuestro caso lo que más nos interesaba en realidad era qué hacer con los restos de medicamentos, con lo que quedaba de fármacos caducados en esos envases. Los residuos de los hospitales y centros de salud tenían su propio gestor de residuos y sus propias normas, pero hasta entonces no había nada ni legislado y puesto en marcha para los medicamentos acumulados en los botiquines de las casas. Y el resultado era que los medicamentos caducados se tiraban a la basura o, peor aún, al inodoro”.



Mampaso cree que en estos años se ha avanzado mucho: “La posibilidad de tener una red de 22.000 farmacias para depositar los medicamentos caducados y la colaboración de la distribución para recogerlos ha ayudado mucho a implantar rápidamente el sistema y actualmente habría solo alrededor de un 2% que no recicla los medicamentos, aunque sí queda, sin embargo, trabajo en reducción de la acumulación de medicamentos en los botiquines”. En conjunto, en España se estarían recogiendo actualmente 100 gramos de envases-medicamentos caducados por habitante y año, cifra en línea con la media europea.

En los últimos años se ha reducido hasta un 25% el peso de los envases de medicamentos y reciclado el 62% de sus materiales

Poniendo cifras a la reducción del impacto medioambiental que se ha conseguido con Sigre, Mampaso cita una reducción de 25.000 toneladas de emisiones de CO2 “gracias al sistema de logística inversa que utilizamos”, que permite que los distribuidores mayoristas recojan los fármacos caducados que ha depositado el paciente en la farmacia a la vez que el camión distribuidor va llevar a la botica nuevos medicamentos.

Cerca de 77.000 toneladas de CO2 se habrían evitado también gracias al reciclado que se hace del 62,3% de los materiales de los envases de los medicamentos. “No todo se puede reciclar -explica Mampaso- porque a veces el proceso para hacerlo generaría más emisiones que las que ahorraría, así que no siempre compensa, pero tenemos una planta automatizada que está permitiendo separar el envase del contenido y reciclar una parte importantísima de envases y también del propio contenido”.

Los medicamentos, por legislación, incluso si no están caducados, no pueden reutilizarse. Pero Mampaso explica que “no se están desperdiciando: son compuestos químicos con un alto valor calorífico y lo que se está haciendo es utilizarlos como combustible en plantas cementeras, lo que nos permite destruirlos como pide la legislación y sin generar residuos y darles un segundo uso”.
Menos plástico

Otra de las grandes batallas que se ha librado en los últimos años para reducir el impacto medioambiental de los medicamentos ha sido el diseño de los envases. “Desde que nació Sigre se han llegado a tomar hasta 2.300 medidas para disminuir el peso y el tamaño de los envases, reducir las tintas contaminantes y desarrollar modelos de ecodiseño de envases de fármacos”. En conjunto, el peso de los envases de fármacos habría conseguido reducirse un 25% en los últimos 18 años.

El empeño por reducir la huella ecológica del sector sanitario se está viendo también en iniciativas de empresas del sector de productos y tecnología sanitaria. Desde Medtronic, por ejemplo, Susana Gil, responsable de Medio Ambiente de Medtronic en España y Portugal, explica a los tradicionales objetivos de reducción de consumo energético o agua la compañía ha añadido objetivos para alargar la vida útil de la tecnología y, con ello, reducir los residuos y para desarrollar sistemas de telemetría en sanidad que eviten los desplazamientos de los pacientes permitiendo la monitorización a distancia.

El futuro Hospital de Onteniente será totalmente eficiente medioambientalmente, usando energía solar, biotérmica y gas

Otras, como Baxter, que recibió este mismo año el premio de Gestión Ambiental de la patronal Fenin, se han centrado en reducir el uso de plásticos. En su caso, por ejemplo, han desarrollado un tipo de envase intravenoso de poliolefina que ha conseguido disminuir un 33% el impacto de la producción sobre el medio ambiente y que ha ahorrado 202 toneladas de material plástico reduciendo la sobrebolsa que usa.

Desde los hospitales se están redoblando también los esfuerzos. Así, en 2012 se puso en marcha la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables (HCWH, por sus siglas en inglés), una iniciativa que reúne a hospitales, sistemas de salud y organizaciones profesionales y académicas vinculadas con el sector salud que buscan reducir su huella ecológica y promover la salud ambiental pública.

La red se sustenta en el compromiso de los miembros de poner en práctica la Agenda Global para Hospitales Verdes y Saludables, un marco integral de salud ambiental para hospitales y sistemas de salud cuyo lanzamiento se realizó en octubre de 2011. Los miembros de la red se comprometen a poner en marcha al menos dos de los objetivos de la agenda.

Hasta marzo de 2019, 1.179 hospitales, centros de salud, sistemas de salud y organizaciones académicas y profesionales que representan los intereses de más de 36.000 hospitales y centros de salud en 55 países se han sumado como miembros de la red global.

En España, fue el Departamento de de Salud Játiva-Onteniente (Valencia), que representa a dos hospitales y a 70 centros de salud, el primero en sumarse a la red, en 2014. Hoy, 12 organizaciones sanitarias españolas están inmersas en la red; una de ellas, privada: Sanitas Hospitales.



No obstante, solo Játiva participa en los retos del Desafío 2020 de la salud por el clima. De hecho, el mes pasado recibió de manos de HCWH el premio al liderazgo en acciones contra el cambio climático. Y es que “estamos muy concienciados desde hace tiempo, sobre todo tras analizar nuestro punto de partida: en los hospitales no sabemos cuánta agua, eletricidad, carburante y plástico, por ejemplo, consumimos, y es mucho”, explica a Diario Médico María José Mora, gestora de Proyectos de Investigación e Innovación del departamento valenciano.

Tras poner en marcha innumerables acciones en el hospital de Játiva, llega el momento de dar la campanada en lo que a sostenibilidad medioambiental se refiere: “Estamos construyendo un hospital nuevo en Onteniente, y queremos que tenga lo más moderno en eficiencia energética y respeto al medio ambiente”.

Así, el nuevo centro se alimentará con placas solares y energía biotérmica, contará con calderas de gas y se implicará en el reciclado de agua: “Por ejemplo, el agua empleada en diálisis, una vez filtrada, se usará para regar los jardines, porque también será un hospital verde”.

Los gases anestésicos crean un 5% de la huella de carbono del sector; un estudio ha demostrado que puede reducirse este efecto un 80%

Que Mora sea la responsable de la innovación en el departamento no es casualidad: “Todos los dispositivos que diseñamos tienen que tener ecodiseño y economía circular, es decir, que sean reutilizables o reciclables”.

Otro de sus puntos fuertes es aprovechar, precisamente, su punto débil: el hospital se encuentra a 5 km del núcleo urbano más cercano (Játiva), en una zona agrícola sin parada de tren, y el único acceso es por carretera. Por ello, puso en marcha hace unos años un Plan de movilidad sostenible que buscaba mejorar uso de transporte compartido, transporte público y de bicicleta, hasta y desde centros de trabajo.

El centro participa además en una red de hospitales mediterráneos creada dentro de Salud sin Daño, ya que “tenemos mucho en común en cuanto a clima y mentalidad y podemos compartir buenas prácticas”.

Curar también el planeta

“La mejor terapia para el medio ambiente es reducir nuestra huella de carbono y ahorrar en el uso de recursos escasos, como la energía”. Tal declaración de intenciones figura en la estrategia de responsabilidad social corporativa del Grupo Sanitas, y se reflejó en su inclusión en la HCWH en 2014. Desde entonces, “Sanitas Hospitales ha reducido un 12,97% la media de la intensidad de emisión de Huella de Carbono en el trienio 2016-2018, respecto del trienio 2015- 2017, para los alcances 1+2 y 3 [emisiones directas, indirectas y de la cadena de suministros]”, explica Mónica Martín Decorpas, técnica de Sistemas de Gestión de Sanitas Hospitales, PPP y Nuevos Servicios.

Como “ya apenas podemos reducir más”, la división hospitalaria “ha realizado la compensación del 2,1% (81 toneladas de CO2) de la huella de carbono inscrita correspondiente al año 2018 de la organización a través de un proyecto de repoblación forestal en la Sierra de Gredos”, lo que le ha convertido en la única organización del sector sanitario privado que ha recibido el sello completo del Ministerio de Transición Ecológica, por calcular, reducir y compensar su huella de carbono.

Además, la entidad colabora activamente con los grupos de trabajo de HCWH. “El año pasado, por ejemplo, empezamos un proyecto con cinco hospitales europeos -en el caso de Sanitas, participa La Moraleja- para analizar el impacto en el efecto invernadero de los gases anestésicos y buscar cómo reducirlo”.

De hecho, según un informe del NHS británico, los gases anestésicos suponen un 5% de la huella de carbono de los sistemas sanitarios; la buena noticia es que un piloto puesto en marcha en las urgencias de un grupo de hospitales de Oregón (Estados Unidos) permitió cambiar el tipo de gas, reduciendo las emisiones un 80% y el coste un 60%, lo que equivale a retirar de las carreteras 4,5 millones de camiones, según publica FierceHealthcare.

Ahora llega el turno del plástico. Según Martín Decorpas, “debemos analizar qué alternativas hay en el mercado y, si no hay, demandarlas”.