Frase

"No te empeñes en curar tu enfermedad; tu enfermedad viene a curarte" Carl Jung

Jornadas: El recien nacido y su entorno. Barcelona, 1.989.


JORNADAS: EL RECIÉN NACIDO Y SU ENTORNO.
BARCELONA, SEPTIEMBRE DE 1989.


NACER Y PARIR EN CASA: UN INICIO RESPETUOSO DE LA VIDA
María D. Fuentes Caballero. Educadora de Salud.
Miembro del equipo TITANIA, DONES PER LA SALUT. Barcelona.
Secretaria de la Asociación profesional estatal NACER EN CASA.

“La verdad es que, cuando a mediados de Octubre, Rosa me planteó la posibilidad de tener a nuestro tercer hijo en casa, y con la “sola” ayuda de una comadrona, la idea me pareció más tercermundista que otra cosa. Hasta entonces, el hecho de que un médico asistiera al parto en un hospital me parecía lo más lógico del mundo, y un avance social importantísimo.

El escepticismo y distanciamiento primeros, se fueron convirtiendo poco a poco y gracias al trabajo de cada martes con las parejas del grupo de preparación, en aproximación y convencimiento. Las ideas, al principio un tanto difusas y distantes, de que en el parto la mujer tiene un papel protagonista, que debe ser ella quién elija el lugar y las formas, de que el bebé debe ser respetado y recibido en un ambiente cálido, y de que la transición a la vida exterior sea lo menos traumática posible, se fueron afirmando lentamente dentro de mí.

Habíamos preparado la lista de personas que deseábamos asistieran al parto, cada una con una misión en función de las necesidades. Elena era la encargada, además de la amiga, de colaborar con la comadrona; Anabel, la comadrona. Paco, el fotógrafo; Fernando, el chofer en previsión de complicaciones; y Ángel y Paquita, integrantes del grupo de los martes, asistirían en función de observadores-acompañantes, ya que ellos serían los siguientes futuros padres. Una lista de nombres y números de teléfonos presidía el tablón de anuncios junto al teléfono.

Todo, absolutamente todo, estaba preparado, únicamente faltaba que llegara el momento.

El día tres de Marzo, llegaron las primeras contracciones. En ese momento no recuerdo haber sentido ninguna emoción especial, tal vez quería estar a la altura de las circunstancias, e irradiar tranquilidad. Reloj en mano, tomé nota de las contracciones, de su cadencia y su duración. Ya eran bastantes regulares. Y procedí a efectuar un tacto del cuello del útero: más o menos, tres centímetros. No estuvo mal para un novato en esas lides. Eran las once de la mañana.

Entre contracción y contracción llamamos a Anabel, y más tarde a Elena y los demás. Iban pasando los minutos, sin tiempo real, ni lento ni rápido, paseaba por el piso con Rosa entre contracción y contracción. Cuando llamaron a la puerta y apareció Anabel, la tranquilidad que hasta entonces había sentido, ya se podía escribir con mayúsculas.

Muy pronto, los dolores privaron a Rosa de andar y casi sin saber cómo, me encontré sentado tras ella en el sillón del comedor, por cierto, en una postura bastante incómoda para mí, aunque en aquellos momentos no me lo pareciera.

Sujetándola por atrás, me esforzaba en acompañarla en la respiración y en el “soplido”, pero creo que Rosa no me prestaba mucha atención, al tener a María en frente, era a ella a quien tomaba como referencia. En algún momento reconozco que esto me molestó. No obstante, las frases da apoyo, los masajes en sus riñones, y aún mi presencia, me hicieron sentir útil. Una vez más, el tiempo se medía se forma distinta, no en minutos ni en segundos, sino en contracciones y descansos. Sólo en esos descansos veía a los presentes: Paco con la cámara de fotos, Elena con gasas húmedas mojando los labios de Rosa, Anabel y María con palabras de apoyo y concentrando la atención de Rosa.

Cuando aparecieron las “aguas teñidas” pensé en la posibilidad de que algo no fuera bien. La expresión de Anabel no obstante, fue suficiente como para que me sintiera igual de tranquilo que antes. Una vez comprobada la normalidad del ritmo cardíaco del bebé, confirmé lo que intuía: éramos capaces de controlar la situación.

Me resulta muy difícil expresar la doble sensación de esos momentos: tranquilidad por un lado, y la emoción del que está realizando algo fantástico por otro.

Conocí de mi hijo, primero, la coronilla, a través del espejo que María sostenía frente a Rosa. Desde este momento, hasta que Marcel estuvo en brazos de Rosa, el tiempo parecía haberse detenido...

No sé cuál será la mejor expresión para describir este momento. Fue como si me rompiese por dentro. Hasta entonces, sin darme cuenta, no me había dado el permiso de expresar mis emociones. Ahora, acompañaba a Rosa y a Marcel en sus lloros.

En las horas siguientes andaba sobre nubes, quería estar en todas partes, y me parecía no estar en ninguna. Cuando tomé a Marcel en mis brazos hasta me dio la impresión de que me contestaba cuando le sonreía, y sacaba la lengua.

Era cierto, todo era cierto, la mujer podía parir en casa, en buenas condiciones, a su manera, siendo la protagonista de la historia junto con su hijo. Me acordé de los dos anteriores partos en el hospital: nada que ver con lo que acababa de vivir.

Me sentía bien. Habíamos sido capaces de romper con los esquemas convencionales. Habíamos sido capaces de asumir el papel que verdaderamente nos correspondía”.

JAUME.
“Hasta entonces jamás se me había pasado por la cabeza tener a nuestro hijo en casa, aunque la verdad es que no me había planteado nada de nada. Pero fue ver las fotos de nuestros amigos David y Montse, recibiendo a su hijo en casa, rodeados de gente que los aman y amaban también ese momento, para que algo en mí se moviera y me empezara a plantear muchas cosas. Ante todo: ¿dónde y con quién recibiría nuestro bebé más amor y ternura que con sus padres y amigos que también lo esperan con amor, y sobre todo con respeto?

Fue tenerlo tan claro, e iniciar nuestra preparación para el parto. Aunque la verdad, es que fue algo mucho mayor que eso. En este tiempo de preparación aprendí y tomé conciencia de que ser padre significa mucha más implicación de la que yo hasta ese momento imaginaba. Implicación durante todo el embarazo. Controlando juntos los movimientos del bebé, implicación en el conocimiento de todo el proceso que se desarrolla en la mujer durante el embarazo, la posición en la que se puede localizar el bebé, cómo respira, que siente cuando nos comunicamos con él. Francamente, ¿cuántos padres conocen éstos pasos?

En fin, que el hecho de tener a nuestro hijo en casa, ha supuesto para mí unos cambios muy importantes:

- Ser responsable de mis decisiones y no dejarlas en manos de otras personas.
- Más seguridad en mí mismo.
- Más respeto y conciencia por nuestro cuerpo.
- Comunicación con el bebé desde el principio de la gestación.
- Compartir con mi pareja todo el embarazo, los cambios, los sentimientos,...
- Sentir un gran respeto hacia nuestro hijo, viéndolo desde el principio como una persona, estando más sensible a sus demandas y necesidades.

Vivir el momento del nacimiento y recibir a nuestro hijo, ha supuesto ver desde otra perspectiva la vida y la muerte. Ahora siento más amor por la vida. Siento más que vivo la vida”.
MANEL

Esto son sólo dos testimonios, representativos de los varios cientos de parejas que a lo largo de estos últimos diez años han optado por un modo de recibir a su hijo/ a en el que la seguridad y el bienestar de ambos pudiera dejar espacio a la intimidad, la alegría y el respeto por la experiencia única que representa un nacimiento.

Ya que no es posible que todos puedan expresarse directamente aquí, merece la pena que os de a conocer algunos datos significativos. Habitualmente, y desde la primera entrevista que mantenemos con los padres, hasta la visita domiciliaria que realizamos un mes antes del parto, preguntamos y profundizamos con ellos sobre cuáles son los motivos por los que quieren vivir en casa el nacimiento de su hijo. Esto siempre nos suele ayudar a ambas partes a situarnos más conscientemente en el trabajo común que vamos a realizar, y a tener más sentido de la realidad.

Pues bien, cogiendo un muestreo de estas entrevistas, hemos encontrado diversas respuestas, pero en casi todas ellas, la relación con el bebé tenía gran importancia.

- Para ofrecerle a nuestro hijo/ a un nacimiento rodeado de amor, alegría y seguridad.
- Porque creemos que para el bebé es menos violento, y por lo tanto mejor y más seguro.
- Porque en casa fue procreado, en casa vivirá y queremos que también nazca en casa.
- Por miedo a la agresión e intervencionismos innecesarios desde nuestro punto de vista en el parto y el nacimiento.
- Por rechazo al hospital debido a anteriores experiencias traumatizantes.
- Porque no me siento enferma, y el parto y el nacimiento son hechos fisiológicos y experiencias íntimas.
- Para vivir ese momento con más conciencia y plenitud.
- Para que podamos tomar la responsabilidad real de ese momento de nuestra vida.
- Para que podamos vivir ese momento los tres juntos, sin separaciones.

Es decir, en más de un 50% los motivos estaban relacionados con el bienestar del bebé. El resto, con la mejora de la experiencia por parte de la madre o de ambos. Y algunos, por rechazo al sistema hospitalario.

Esto nos llevó a varias conclusiones inesperadas:

1.- Al margen de cómo sea ofrecida la asistencia hospitalaria, existen muchas parejas que tienen motivos específicos para decidir de modo consciente y responsable el nacimiento en casa.

2.- La importancia que tiene para los padres el modo de recibir a su bebé, no sólo en cuanto a medios técnicos se refiere sino en relación con el ambiente, trato humano, intimidad, etc., es mucho mayor que la que los profesionales preocupados por el tema preveíamos.

3.- A veces, se modificaba la respuesta, en el sentido de darle cada vez mayor importancia a las condiciones del nacimiento –y no sólo del parto- a medida que progresaba el embarazo. Lo cual también nos hace pensar que en la medida que se ofrecen medios para sensibilizarles y entrar en mayor comunicación con su bebé, su capacidad de valorar la experiencia del “tercero” que llega, es mayor.

4.- Sin que nadie les haya explicado ni demostrado las repercusiones que esto puede tener sobre sus relaciones futuras con el hijo/ a, ellos sienten un lazo peculiar – en muchos casos- con ese bebé, al compararlo con el que sienten con otros hijos. Como expresa uno de los padres con sencillez: “Noto que mi relación con ella comenzó muy al principio. Desde el primer momento de nacer, atenderla es un gran gozo, y no existe el temor de hacerle daño o adaptarme a ella que tuve con mi otra hija”.

Es decir, en nuestro país, se pude afirmar que existe una realidad social que de algún modo, va por delante de la realidad institucional, en cuanto al parto y al nacimiento se refiere. Las mujeres tienen cada vez más despierta la necesidad de tomar en sus manos la responsabilidad y la libertad de decidir sobre su vida, su reproducción, su modo de dar a luz, su maternidad, así como de compartirla de modo más real con el hombre. Este, por su parte, desea asumir cada vez con mayor presencia la paternidad, no sólo en sus aspectos socio-económicos, sino también en los más personales, íntimos y tiernos. En el contacto directo con su bebé desde ya antes del nacimiento. Y no sólo como espectador. Y los dos se hacen cada vez más conscientes –aunque sea de modo intuitivo- de la importancia de la relación, el ambiente y los lazos que creen con su hijo/ a para un futuro.

Ciertamente, este grupo de población no es mayoritario, por ahora. Pero es lo bastante significativo como para que empiece a tenérselos en cuenta a nivel institucional, tanto en el marco hospitalario, abriendo o ampliando las vías necesarias para canalizar sus demandas, como en el marco domiciliario, dando la posibilidad de que la sanidad pública asuma este servicio, hoy por hoy de ámbito totalmente privado. Todo ello, por otro lado insistentemente recomendado por la OMS. En todo el mundo desde 1985, y regulado, dicho sea de paso, en muchos países de Europa desde hace varios años. Y para que esto pueda tener lugar es preciso que los profesionales de todos los ámbitos interesados en la mejora de la asistencia al recién nacido, aprendamos a escuchar y a valorar de igual a igual, y a colaborar con los padres y madres. Ellos desde su experiencia y su protagonismo indiscutible, nosotros desde la nuestra, nuestros conocimientos y nuestras limitaciones.

A pesar de que la realidad da claras muestras de que es viable –sin aumento innecesario de riesgos- plantear la asistencia domiciliaria al parto, siempre suelen quedar preguntas en el aire con respecto a los riesgos que se corren, la inseguridad que produce el no disponer de un quirófano, y en definitiva, el miedo ligado a la vida y a la muerte del que todos somos víctimas en mayor o menor medida.

Para aclarar estas posibles dudas y para ayudar a mostrar la viabilidad a nivel asistencial real, queremos aportar algunos datos significativos extraídos de estudios realizados en EE.UU.

El estudio MEHL es un estudio interdisciplinario realizado en 1976 en EE.UU., y editado por la universidad de Oxford. Este estudio comparó los resultados de 1046 partos domiciliarios con 1046 realizados en el hospital, seleccionando los dos grupos de manera que estuvieran perfectamente emparejados en:

a.- Edad materna.
b.- Factores de riesgo.
c.- Duración de la gestación.
d.- Paridad.
e.- Nivel educativo.
f.- Status socio-económico.

Los resultados del estudio mostraron exactamente la misma tasa de mortalidad perinatal (tanto materna como fetal), pero denotaron grandes diferencias en otros apartados. Así, en cuanto a intervenciones: en el hospital se usó mucha más oxitocina tanto durante como después del parto. En los domiciliarios, se administró oxitocina por vía oral en caso de inercia uterina, tras esperar a veces hasta 24 horas, lo que explica una duración media de los partos domiciliaros mayor que en los de hospital (en primíparas y secundíparas).

Se llevaros a cabo 20 veces más fórceps en el hospital. Las que necesitaron la aplicación de fórceps de parto domiciliario, fueron trasladadas previamente, por supuesto.

Esta gran diferencia puede explicarse por los distintos criterios de valoración de expulsivo: mientras los asistentes en hospital consideraban un expulsivo de más de una hora como indicación para fórceps, en casa se consideraba normal mientras fuera claro que había progreso, y no aparecieran señales de sufrimiento fetal.

También se dieron tres veces más cesáreas en el hospital, por detención de dilatación, desproporción céfalo pélvica, presentación de nalgas y sufrimiento fetal.

Es interesante señalar el hecho de que, a pesar de realizarse en el hospital 8 veces más episiotomías que en casa (supuestamente para evitar desgarros importantes), en el hospital se dieron cuatro veces más desgarros de tercer grado, siete veces más de cuarto grado, y tres veces más desgarros cervicales que en casa. Tal vez esto, atribuible a la posición del parto y a la mayor velocidad de expulsivo en el parto hospitalario.

Contra una utilización nula de analgesias y anestesias en el grupo domiciliario (incluso entre las que fueros trasladadas al hospital), más de la mitad de las mujeres en hospital recibió algún tipo de analgesia y casi el 90% de anestesia.

En cuanto a las complicaciones de parto, el grupo hospitalario tuvo muchos más casos de sufrimiento fetal, elevada tensión arterial en parto, meconio en líquido amniótico, y distocias de hombros, contra una mayor incidencia de dificultades de expulsivo, pérdidas hemáticas y presentaciones occipitosacras en casa.

Las parturientas en el hospital sufrieron muchas más hemorragias posparto.

En cuanto a complicaciones neonatales: los bebés nacidos en hospital sufrieron 24 veces más lesiones de parto (rotura de clavícula, lesiones craneales, hematomas,...) y muchas más infecciones neonatales. Tuvieron que recibir mucho más oxígeno (hasta 5 minutos), y también tuvieron más problemas respiratorios en niños a término.

Asimismo, existieron más complicaciones neonatales no congénitas. Los neonatos hospitalarios requirieron más reanimación y tuvieron peores resultados Apgar al 1 y 5 minutos. No hubo diferencias significativas en muerte fetales, intra parto o neonatales, o en bebés neurológicamente anormales. Del total, 113 madres y/ o bebés fueron trasladados al hospital para resolver complicaciones, antes, durante o después del parto.

El estudio concluye que las experiencias para madre-hijo/ a en un parto en casa son tan buenas, al menos, como las del hospital mejor equipado, e incluso el resultado es significativamente mejor en algunos aspectos; así, la mayor parte de procedimientos supuestamente utilizados por seguridad, se muestran muchas veces como creadores de riesgos (véase el estudio FIEDMAN 1973, en el que se relaciona el uso de fórceps con la mortalidad perinatal). Para explicar esto se puede valorar que el ambiente hospitalario altera las percepciones de los asistentes al parto, de modo que muchas ocasiones, lo normal se percibe como patológico.

Un ejemplo típico de la superfluidad de estos procedimientos puede verse en la igualdad que se encontró entre las infecciones posparto en la madre en los dos ámbitos, y la menor incidencia de infecciones neonatales en casa. El énfasis hospitalario en la asepsia no cambió para nada la estadística.

Como conclusión final, el estudio afirma que el parto en casa no puede considerarse una alternativa estadísticamente contraindicada por motivos de seguridad, y aconseja –al igual que la OMS.- la puesta en práctica de proyectos piloto para partos domiciliarios.

Por último, y antes de pasar a hacer una descripción somera en audiovisual sobre nuestro modo de trabajo, quisiera terminar con una cita de una reconocida autoridad europea y mundial en el ámbito que nos ocupa, el Dr. Wagner, delegado de la OMS. en Europa en el área materno-infantil:

“La casa es el nido que envuelve a la mujer, un lugar familiar que asegura su desarrollo psíquico, emocional y social, aporta una sensación de seguridad, confianza y relajación, que facilitan un nacimiento fluido y que en ningún caso puede reproducirse fuera de su casa... La mujer está re-escribiendo el escenario de la obstetricia, de forma que el nacimiento no sea tanto una intervención obstétrica sino una experiencia humana”.


El modo concreto en que se lleva a cabo en nuestro servicio de Barcelona este trabajo, así como en otros centro españoles de la ASOCIACIÓN NACER EN CASA, es el siguiente:

La pareja contacta a través de información recibida por otras parejas que ya han vivido la experiencia, o bien por derivación de otros profesionales, por haber asistido a alguna de nuestras charlas informativas, o leído alguna publicación. El contacto se inicia a través de una entrevista con la pareja, de una hora de duración, en la que aparte de datos personales básicos ellos tienen ocasión de explicar qué asistencia buscan, porqué, si tienen algún tipo de problemas, y por supuesto, de preguntarnos todas aquellas dudas que tengan respecto a su embarazo, tipo de asistencia que ofrecemos, etc.

A partir de ahí, por ambas partes se toma la decisión de si se quiere trabajar juntos o no, y se inicia el periodo propiamente de preparación a la mater-paternidad.

Esta preparación se extiende a lo largo de 6 meses, de los cuales, cuatro están dedicados propiamente al embarazo y parto, y los dos últimos al posparto, lactancia, destete.

Las características esenciales de nuestro método son:

1.- La participación de la pareja a lo largo de los 6 meses.
2.- La asistencia del 100% de los miembros durante el ciclo, hasta el final del posparto.
3.- Es un trabajo dirigido a reforzar las capacidades personales de cada uno/ a, y ayudarles a ampliarlas, fundamentalmente en todo lo relacionado con los aspectos maternidad/ paternidad. No tanto a dar directrices externas sobre qué y cómo tienen que “hacer”.
4.- Esto supone:
a.- Un trabajo de descubrimiento y sensibilización corporal, tanto individual como de pareja, con ejercicios, masajes, juegos.
b.- Un trabajo de información y de discusión e intercambio grupal, sobre todos los temas relacionados con la mater/ paternidad, desde los aspectos anatomo-fisiológicos hasta los psicológicos y sociales.
c.- Un trabajo de toma de contacto con el bebé, tanto por datos e información audiovisual, pero sobre todo a través de facilitar la comunicación con él (maniobras de Leopold, escuchar juntos y aprender a hacerlo solos, el latido fetal, técnicas de relajación,...).
5.- Paralelamente al trabajo grupal se realiza un trabajo individual en el que se da la ocasión a la pareja de trabajar y profundizar aspectos más personales, así como de conocernos mejor mutuamente, y de llevar el control técnico del embarazo. Este trabajo es mensual, al menos, y de una hora de duración.
6.- Las parejas se invitan mutuamente a los partos respectivos, antes del suyo propio.
7.- Una de las entrevistas se realiza en el domicilio de la pareja, a un mes vista del parto, y junto con los posibles acompañantes que hayan elegido para el momento del nacimiento. Esto con varios objetivos:
a.- Conocer el entorno y el camino de la casa de la pareja por parte nuestra, así como un aspecto de ellos más propio e íntimo, y a las personas que estarán en el parto.
b.- Que la pareja tenga la posibilidad de hacer la demanda a los acompañantes sobre el rol que espera de cada uno, repartir trabajos, preparar en definitiva el ambiente en el que quieren que sea recibido su bebé.
c.- Tener la ocasión de observar por nuestra parte “in situ” cómo se desarrolla la relación entre ellos, los acompañantes y con las personas de nuestro equipo.
8.- Paralelamente a este trabajo con nuestro equipo, a todas les recomendamos la continuidad del control médico habitual que les corresponde a lo largo del embarazo, así como la necesidad de conocer el posible hospital al que pueden ser trasladadas en caso de urgencia, las instalaciones y el personal y modo de trabajo del mismo.
9.- Habitualmente, y después de esta última entrevista, es en realidad cuando se toma la decisión última por las dos partes de llevar el parto juntos si se dan todas las condiciones mínimas para ello. O por el contrario, se decide que no somos las personas idóneas para colaborar juntas en ese momento, o incluso si lo vemos necesario, les recomendamos un parto hospitalario.
10.- La asistencia al parto se suele hacer por parte de uno o dos profesionales.
11.- En las primeras 24 horas, un pediatra suele hacer la primera revisión al recién nacido, y se le hace a la madre la primera visita posparto, en la que además de la revisión de rigor, se observa la relación con el recién nacido/ a, el proceso de amamantamiento, y se tiene ocasión de que puedan-amos charlar sobre el parto, las emociones, los miedos, etc.
A los 3 días se hace de nuevo otra visita de control de posparto, y de apoyo a la lactancia. Mientras tanto, una guardia telefónica de 24 horas por día está a su disposición.
12.- Por último se realiza la visita de cuarentena en nuestro centro, en la que de nuevo se supervisa la lactancia, cómo se van estableciendo las relaciones entre la nueva familia, y todo aquello que los padres deseen aún trabajar.
Sin olvidar que en este periodo el refuerzo fundamental hacia la mujer y la pareja lo establece el trabajo grupal de posparto y lactancia que aún se continúa.
13.- No hay que olvidar un componente social que consideramos esencial para el apoyo a los futuros padres, y por tanto al recién nacido: los amigos-acompañantes. Estos tienen ocasión de hacer una sesión conjunta grupal con todas las parejas, para conocer de cerca aquello a lo que se les invita y se les pide colaborar, ver algunos partos en vídeo, y expresar dudas, disponibilidad, opiniones.

Creemos que este trabajo repercute no solamente ayudando a crear una infraestructura eficaz en el momento del nacimiento, sino también el ambiente adecuado, y sobre todo el apoyo tan necesario y habitualmente tan escaso que los padres necesitan sobre todo el posparto. Así como es también una buena ocasión en la que de modo muy familiar se puede ir sensibilizando a núcleos pequeños de población de modo muy directo sobre los temas relacionados con la reproducción y el nacimiento. Y por supuesto, es la posibilidad de una acogida calurosa y gozosa para el /la recién nacido/ a.
Empecé esta intervención con las palabras de un padre, en algún momento he utilizado algunas de la madre, y me gustaría terminarla con las del protagonista de estas jornadas: el niño/ niña. Hoy por hoy aún el recién nacido no puede explicarnos en nuestro lenguaje cuál es su experiencia, y tal vez los profesionales aún somos un tanto analfabetos para poder entenderle en el suyo, pero sí, de un modo totalmente casual, me ha sido posible recoger las palabras de una niña que de modo totalmente espontáneo e inesperado nos regaló escritas sobre el embarazo, el parto, el nacimiento y el niño. Se da además la curiosa coincidencia, que el nacimiento de esta niña –Roser- fue también lo que desencadenó el nacimiento de nuestro equipo tal como trabajamos actualmente. De algún modo ella es la responsable de nuestra existencia.

PROGRAMA DE PREPARACIÓN AL PARTO
1.- ESTAR TRANQUILA.
2.- ESTAR PREPARADA.
3.- NO TENER MIEDO.
4.- NO ENTUSIASMARSE DEMASIADO.
5.- ESTAR TRANQUILA DURANTE EL PARTO.
6.- NO TRATAR MAL AL NIÑO.
7.- QUE COMA NORMAL EL NIÑO.
8.- VIGILAR QUE NO LE PASE NADA.
9.- QUE CREZCA.
10.- QUE DE MAYOR VIVA TODO LO QUE PUEDA.
ROSER